Cuento increíble

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A veces me pasa que deseo leer algo que me saque de la realidad y lo más grave es que no siempre encuentro la lectura que me satisfaga. Es entonces cuando releo mis escritos y me río al ver las locuras que alguna vez se me ocurrieron, vaya a saber uno por qué.
Voy a transcribir un cuento que debe tener más o menos seis años. No sé si es bueno. Lo que sé es que me sacó de las noticias del diario o de la TV.

Cuento increíble

Las estrellas parecían al alcance de la mano y una brisa suave, que venía desde el norte, acompañaba el ritmo del mate y de la charla alrededor del fogón. Ricardo estaba feliz de haber encontrado ese pueblo en su camino, era como haber llegado al paraíso. Alejado de la ciudad, en un paraje que ni siquiera estaba en el mapa, un puñado de personas sencillas le habían brindado su amistad como si fuera un invitado esperado.
- Esto es el campo, mi amigo.- le decía don Silverio- Acá la ciencia de la ciudad no sirve.
Don Silverio era uno de los pocos pobladores de ese pequeño pueblito quedado en el tiempo, amable pero con la manía de dar consejos avalados por su vejez.
- Don Silverio...- decía Ricardo con el afán de convencerlo- No todo lo que trae el progreso es malo...hay cosas necesarias que...
- Acá no sirve. –interrumpió amable pero con firmeza- Si va a quedarse un tiempito va a tener que hacerle caso a los viejos...
Ricardo no discutió. Le gustaba charlar con el viejo, sentía admiración por él. Cada noche, después de cenar, salían a sentarse bajo un árbol y a tomar mate hasta que les diera sueño, después, se iban a dormir: Don Silverio a su rancho y Ricardo a una casita deshabitada que le habían prestado cerca de allí.
-Hay cosa que en la ciudad no se cuenta porque no se sabe...-continuó el viejo- porque solamente pasan acá –agregó con picardía mientras le alcanzaba el mate.
El joven había aprendido a reconocer en Silverio cuándo iba a comenzar con una de sus historias. Lo que más lo apasionaba era la naturalidad con que las contaba, al punto tal, que a veces llegaba a creer que eran ciertas por más extrañas que parecieran.
- ¿Por ejemplo...? – lo estimuló a Silverio a que comience con su relato.
-“Antes, este pueblo...-dijo mientras tomaba el mate- era distinto, tenía colores, música, la gente era simple, de vida tranquila, hasta que un día Satán subió del infierno y tomó a una mujer de aquí como su amante. Entró en su alma por la ambición , la envidia y la vagancia...y la dejó embarazada. La mujer pensó que por estar gestando un hijo del Maligno tendría más privilegios que otros demonios y comenzó a tener caprichos. ¡Pobrecita! ¡Se olvidaba que era nada más que una mujer y que con el Diablo no se pulsea!
Un día nació la chica, una chancleta rosadita, gordita y cachetona. Pero el padre no la quiso y la utilizó para vengarse de la madre, y en presencia de ella, la tomó del cuello hasta hacerle saltar los ojos como vaca asustada y la acercó al fuego del infierno hasta hacerle achucharrar los pelos de la cabeza. La madre, después de ver eso, creyó que su hija moriría y se suicidó colgándose de un árbol. Pero la criatura no murió, la criaron los espíritus malignos con leche de perra. Pero el Coludo jamás se hizo cargo de ella...”
El viejo se interrumpió. Parecía que no quería continuar, algo le molestaba.
-... está haciendo frío ¿no, muchacho? – se acomodó el poncho y se encaminó hacia el rancho.
- ¡Eh! ¿no va a terminar el relato?¿...dónde está la chica ahora?
- Anda suelta, - le dijo mientras se alejaba- tratando de reconquistar el amor de su padre... haciendo maldades a cada hombre que se le cruza, rompiendo y ensuciando todo lo bueno y lindo que encuentra a su paso. Porque lo bueno y lindo, amigo, - agregó hablándole como en secreto - es obra de Dios.
- ¿Y cómo es? – insistió tratando de detenerlo
- ¡Es vieja! como el mundo pero parece joven. Alta como el padre y lleva las huellas de su nacimiento: ojuda y con marcas en el cuello. Así es...Si la ves...cuidado –y desapareció dentro del rancho
Ricardo quedó solo bajo el alero, molesto y con la impresión de que ese cuento era un cuestionamiento personal. Hacía unos días que había conocido una jovencita y cada vez que lo veía con ella, se mostraba molesto. ¿Se estaría refiriendo a ella? Si era todo un ángel, tierno, dulce. Sus ojos grandes y negros eran un abismo en el que deseaba hundirse cada vez que la miraba y su cabello ondulado era una invitación a la caricia. “¡Viejo loco!”, pensó.
De pronto, el viejo salió del rancho con un objeto en la mano y se lo dio - Es viejo pero todavía sirve. Te va a proteger.
El objeto era como un relicario enorme, antiguo, de plata, que se cerraba en tres partes, adornado con una serie de símbolos extraños. Al abrirse las tres partes se unían en un solo espejo. Según decía Silverio, colgado de la pared era una puerta al mundo de las almas.
- Haceme caso, Ricardo. -le decía el viejo- La Ojuda es mala y anda suelta buscando de quedar preñada y parir el anticristo para ganarse el respeto de su padre. Acá con la gente del pueblo mucho no puede hacer porque la conocemos todos, pero un forastero es presa fácil. Mantené abiertas las puertitas del relicario. Es muy vanidosa, la porquería. Así que cuando se mire en el espejo, vas a poder escaparte.
A Ricardo le pareció una tontería pero igualmente colgó el espejito en la pared y se dispuso a preparar algo para comer. Estaba totalmente distraído metido en sus pensamientos. Debe haber sido por eso que no escuchó que se abría la puerta. La joven entró como una sombra sin hacer ruido y se acercó por detrás de Ricardo. Iba a rodearlo con sus brazos cuando le llamó la atención el pequeño espejo y no pudo resistir la tentación de mirarse en él. Un fuerte viento entró de pronto por la ventana y se anidó en el interior como un torbellino arrastrando todo a su paso. Ricardo apenas podía sostenerse abrazado a la heladera. Desde allí pudo ver cómo el espejito absorbía a la muchacha que parecía hipnotizada con su propia imagen.
Segundos después todo había terminado. Entre las cosas tiradas en el piso encontró los restos del amuleto del viejo. Fue al jardín y lo enterró lo más profundo que pudo. No dejó señales, ni plano, ni marcas, para que nadie encuentre la puerta del mundo de las almas, ni la Ojuda pueda volver al mundo de los hombres.


Persis

Comentarios

Unknown ha dicho que…
Tienes un premio en Hojas de cuentos.
Unknown ha dicho que…
Hola, Persis: Para copiar un enlace, te paras con el mouse sobre el título del post (en este caso Premio) y presionas el botón derecho, debes elegir la opción "Copiar acceso directo". Listo, ya tienes la dirección del enlace.
Besos.
Unknown ha dicho que…
Hola, Persis: es un poco difícil explicarlo por acá; si tenés un mail, te mando un documentos, sino, no te preocupes.
Besos.

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