Héroes

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Sus piernas se estaban acalambrando, el frío le adormecía las manos. Cada paso que se hundía en el barro era más lento que el anterior... ¡Qué fácil sería rendirse!...El recuerdo de la mirada de una jovencita enamorada lo impulsaba a seguir adelante aún en contra de sus debilidades. De pronto, un estallido lo empuja hacia la zanja y se encuentra con la cabeza de su amigo. Era todo lo que quedaba de él. El grito ahogado lo sobresaltó y se sentó de un golpe en la cama.
Otra vez ese sueño. ¿Cuántos años hacía que soñaba con la guerra?
Simón miró a su lado y vio a la dueña de esa mirada que dormía profundamente. Estaba acurrucada en su pecho y apenas sintió el sobresalto de su marido, se acomodó de costado.
¿Qué hubiera sido de Simón si Jorgelina no lo esperaba? ¿Si Jorgelina no hubiera apostado a que superaría la guerra?
La noche ya estaba interrumpida, era imposible reanudarla. Fue a la cocina, puso un poco de agua en la pava y se preparó unos mates. Sorbo a sobro volvió a vivir las escenas de la última batalla. Volvió a sentir el frío y la humedad de la islas, volvió a oler la sangre de su pelotón, volvió a sentir miedo.
-¿No dormís?- Jorgelina había adivinado el desvelo de su esposo y quiso acompañarlo como entonces.
-¿Las nenas duermen?- sólo preguntaba para ahuyentar las imágenes del tormento, no necesitaba la respuesta.-¿Querés un mate?
- Hace frío acá, vamos a la cama
Jorgelina sabía que por la mañana muchos hablarían de lo que ocurrió en Malvinas y su esposo tendría que responder a todas la preguntas que lo haría revivir la guerra. Algunos le harían homenajes, otros emitirían opiniones contra el gobierno, quizás hasta se atreverían a imaginarse en su lugar. Sin embargo, nadie podrá saber, como él, lo que sintió, siendo un niño de dieciocho años, al cargar un viejo fusil y pensar en la muerte.
Los diarios y los libros hablarán de todos aquellos que estuvieron en la guerra. Especialmente de los caídos. Correrán historias y anécdotas, aventuras y fantasías. Pocos caerán en la cuenta de que esos muchahos, los que regresaron, aún viven la guerra.
Todavía no arriaron su bandera. Siguen siendo héroes en combate.

Comentarios

Maria Rosa ha dicho que…
Sobrecogedor. Nadie mejor que nuestra generación para saber lo que fue. Yo estaba en el magisterio y los novios de algunas de mis amigas fueron a la guerra, algunos contra su voluntad. Un amigo docente, profesor de geografía, lleva implícito el horror en su reloj biológico, con 45 años, nunca más pudo dormir de noche. Trabaja en el vespertino y duerme de día. La persistencia de la guerra no decae. Tomo prestado tu relato.
Cariños

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