Aunque parezca mentira

http://locuspersis.blogspot.com
Es increíble las cosas que las personas están dispuestas a hacer por necesidad, por capricho o por locura. Sólo es necesario mirar a nuestro alrededor para quedar con la boca abierta: hay héroes, hay locos, hay estafadores, hay ladrones de ilusiones, hay poetas, hay obsesiones...
Recuerdo algo que sucedió hace mucho tiempo que me llevó a escribir este cuento que sería muy simpático si no estuviera inspirado en un hecho real.

El médium

Irene tiene miedo. Si. Aunque no quiera reconocerlo. Pero Manu le había hablado tanto de ese hombre que no pudo resistirse a la tentación de visitarlo. Ahora estaba casi arrepentida. Después de todo ¿para qué quería hablar con su primer marido, muerto hace quince años cuando acababa de separarse de su segunda pareja?
A su lado, una señora gorda se abanicaba con una revista vieja y se secaba el sudor del bozo con un pañuelo de hombre. Hacía calor en la pequeña sala de espera aunque Irene no lo notaba ya que no había parado de temblar desde que entrara.
De pronto, la puerta se abrió sobresaltándola a Irene. Un hombre flaco, desgarbado y mal vestido hizo pasar a la señora que dejó la revista sobre una vieja mesita ratona.
- Después le toca a Ud. – le dijo el hombre a Irene – El hermano Omar hoy está un poco retrazado, pero la va a atender enseguida.
- Gracias –dijo la joven mujer en el momento que estaba decidiendo si se iba o se quedaba. Al final, se quedó. “Total, -pensó- con probar... no pierdo nada”. Tomó la revista que había dejado aquella mujer con la intención de distraerse, pero era demasiado vieja y la falta de varias hojas hacía imposible entretenerla. Respiró profundo y se puso a recorrer el lugar.
En la pared de enfrente había una ventanita que daba a un patiecito lleno de trastos viejos. Se le erizó la piel de sólo pensar en la cantidad de alimañas que se esconderían allí. De repente, un golpe fuerte y un lamento que provenían del interior del despacho, la hicieron volver a su asiento horrorizada. Al rato, la mujer obesa salía de la habitación con los ojos enrojecidos y se despedía de aquel hombre de aspecto cadavérico con un tono agradecido.
- ¿Señora Irene?- le dijo le dijo el hombre flaco leyendo un papelito- Le toca a Ud. El hermano Omar la espera. Pase.
Irene imaginaba que encontraría una habitación pequeña, poco iluminada y en el centro una mesa con una bola blanca y una lechuza embalsamada. Presidiendo la escena, quizás, el hermano Omar vestido de manera extravagante. Sin embargo no fue eso lo que encontró. Al contrario. Si bien el lugar era antiguo y descuidado, estaba ambientado como un consultorio médico, lleno de cuadritos con certificados que no entendía de qué se trataban.
-¡Irene! –la saludó un hombre como si fueran viejos amigos - ¡qué bueno que se haya decidido a venir! Ahora sus problemas se van a resolver... siéntese...
El hermano Omar llevó la charla con fluidez. Le inspiraba confianza y tranquilidad. A pesar de ello, Irene sintió que no estaba bien “molestar a los muertos”.
Por la noche, la impresión que había sufrido en la consulta no la dejaba dormir. No podía dejar de pensar en todo lo que le había dicho aquel hombre y en el dinero que había gastado en esas cosas que necesitaba para la “limpieza espiritual”.
-¡Menos mal que lo vendían en el local de al lado! –pensó- Si no, hubiera tenido que recorrer todo Buenos Aires para conseguir todo lo que me pidió.
“Pureza espiritual”, repetía mentalmente las palabras del hermano Omar, “Su esposo ya es un ser puro –le había dicho- y para poder tomar contacto con él deberá purificarse Ud. Sin rencores... ni egoísmos... con mucha generosidad y apertura de corazón...”
-¡Vale la pena todo el gasto si puedo tomar contacto con él!- suspiro y se quedó dormida.
Mauricio, el secretario del médium o hermano Omar, le había dado turno para dos días después.
- Hay mucha gente con casos más urgentes que el suyo- le había dicho y ella supo comprender. Sólo quería escuchar la voz de su esposo y pedirle un consejo. Sin embargo, la ansiedad la consumía.
El día de la cita encontró que el lugar estaba distinto. El ambiente estaba en penumbras, perfumado con sahumerios en cada rincón y de fondo una música extraña. Enseguida, detrás de una cortina amarillenta salió Mauricio que se le acercó con una alcancía pidiéndole una colaboración para la “Fundación de Alianzas Espirituales del hermano Omar”
-Como sabrá –le dijo con voz ronca y aliento a tabaco- el hermano Omar no cobra las consultas y todo esto se mantiene gracias a la colaboración voluntaria de sus pacientes. Es una gran ayuda para que el hermano pueda seguir estudiando y ayudando a quienes lo necesitan.
Irene sintió que era una buena obra. Además, sería una la oportunidad que esperaba para poner en práctica su nuevo espíritu generoso. El Hermano Omar le había aconsejado sacrificios económicos para la purificación de su alma. Al rato el hermano Omar la recibió en persona.
- Irene...¡Qué gusto verla! ¿Trajo todo lo que tenía que traer?
-¡Ah. Sí! –dijo con alegría- Lo tengo aquí –dijo señalando una bolsa de consorcio- está todo lo que representaba riquezas y ostentación de lujo. ¡Ahora mi casa es verdaderamente modesta!
- Mauricio –dijo el médium- coloque esas cosas en la caja azul para ser purificada en el fuego. Por favor, tenga mucho cuidado de no tocarlas para no contaminarte. Ahora, amiga mía, -le dijo a Irene apoyándole su mano en la espalda - vayamos a su nueva vida.
La sesión fue agradable, el lugar estaba apenas iluminado luces suaves de colores que cruzaban la habitación en forma de líneas oblicuas, una música suave inundaba el ambiente desde algún rincón, mientras que el médium le hablaba pausadamente dándole consejos de “purificación”. La sensación era extraña pero ella estaba segura de que de podría ponerse en contacto con su primer esposo. De repente Omar se detuvo y encendió todas las luces.
-¿Qué ocurre, hermano? –Le preguntó la mujer angustiada.
- Amiga mía, seguiremos mañana...no se ponga mal – dijo con tono de reproche - pero siento que todavía no se ha desprendido de todo lo que le representa riqueza o poder...Vaya a casa, revise bien cada rincón y tráigalo para ser purificado en el fuego.
La mujer tuvo que reconocer que se desilusionó un poco, pero fue obediente. Al día siguiente volvió con una bolsita con más efectos personales.
- Bien, -dijo Omar tomándole las manos por encima de la mesa- Hoy siento que será el gran día... concéntrese, pero recuerde que a cualquier signo de riqueza o vanidad, el espíritu se va.
Cuando comenzó la sesión Irene sintió miedo. Las manos del médium estaban húmedas y frías. El rostro del hombre se desfiguraba en gestos y contracciones musculares, y su voz... ya no era la misma. Se había distorsionado como si viniera del más allá.
- Carlos... - dijo el médium- si estás aquí... da una señal... - el silencio inundó la sala- Carlos –insistió con tono de angustia- si estás aquí... ¡da una señal! – el silencio volvió a reinar.
-¡No puedo! –dijo molesto mirando a Irene a los ojos- Hay ostentación en Ud.
Sin decir una palabra Irene, se sacó los aros de oro y los dejó sobre la mesa. Segundos después, el médium volvió a insistir – Carlos... si estás aquí, da una señal...¡Es inútil! –dijo soltándole las manos bruscamente a la mujer. Irene comprendió y se quitó la alianza de oro y la puso al lado de los aros.
- Intente de nuevo, hermano –le dijo ella- ahora seguro que podrá, ya no tengo nada más de valor que lo ahuyente.
- Carlos...-dijo el médium entonces- Tu mujer está aquí despojada de toda vanidad..., da una señal para saber que estás aquí..
De repente un golpe violento se sintió en el techo y la ventana comenzó a abrirse y cerrarse con fuerza. Irene estaba aterrada pero igual preguntó – Carlos...necesito saber qué hacer...
- Sea más clara con la pregunta, hermana – le dijo Omar- si no, no le va a contestar...
- Me da vergüenza, es muy íntimo...
- No sea tímida conmigo, hermana, algo debe decirle.
- No me pida eso, hermano Omar, no puedo...
- No se preocupe,- le dijo el médium- igual la entiende.
Una vez más Omar empezó a temblar y a hacer ruidos extraños con la garganta. De pronto una voz que no era suya dijo “vuelve” “Vuelve, Irene, vuelve”
-Basta por hoy,- dijo Omar poniéndose de pie - Ya lo oyó. Deberá volver otro día... estoy agotado.
Irene no se desanimó. Al menos había escuchado la voz de su esposo otra vez después de quince años; otro día, seguramente le daría la respuesta... ¿pero cuándo?
Al salir, Mauricio, el secretario, no estaba para darle otra cita... Volvió a entrar para preguntarle. Al llegar a la sala de espera escuchó cómo los dos hombres estaban discutiendo.
-¡¿Vos sos loco, hermano?! ¿Qué te pasa? – gritaba Omar desde adentro de la habitación. Estaba furioso - ¿Cuántas veces te tengo que explicar lo que tenés que hacer? ¡Vas a romper otra vez la membrana! ... – Mauricio desde el techo le contestaba pero no se entendía - ¿No podías haber golpeado el techo con otra cosas, loco? – insistía Omar desde la habitación - ¡No, viejo! ¡Tenés que tener más cuidado! La otra vez por culpa tuya tuvimos que usar la pulsera de la gorda para arreglar las ventanas. ¡Así el negocio no da, viejo...!
Irene estaba triste. De regreso fue pensando en todo lo que había vivido. Entrar en su casa y verla pelada fue lo que la hizo comprender.
- Los muertos no hablan... ¡no dan consejos! Y los vivos... los vivos son demasiado vivos... aunque no todos – agregó mirándose en el espejo.


PERSIS

Comentarios

Entradas populares de este blog

A mis amigos zorros

Fe de erratas y nominaciones

Volver a ser yo