Volver a ser yo

-¿Quién hizo eso? - me preguntaba Maruca sin poder creer lo que veía. En su vida había visto algo igual. -¿Desde cuándo estás así, che?
- No sé qué me pasó, desperté así esta mañana... ¡Haga algo, por favor! Tengo hambre y sed y no encuentro mi boca. Quiero leer y no puedo calzarme los lentes...
-No querida. Yo soy bruja y esto no es ningún hechizo conocido. -La vieja bruja examinaba mi cara con aires de preocupación. En medio de mi rostro había aparecido un remolino que mezclaba todos mis rasgos. Ojos, boca, nariz, todo estaba fuera de lugar. ¡Había dejado de ser yo!
- ¿Qué estabas haciendo antes de que ocurra esto?
La respuesta a esa pregunta era demasiado obvia. Hace muchos años que hago lo mismo, pero ella no tenía porqué saberlo.
- Estaba pensando en nuevos personajes para una historia. Me quedé hasta tarde anoche haciendo borradores, no pude evitarlo.
- ¡Ah! Entiendo... están todos queriendo salir y tener vida propia. Dejalos salir, nena...¡dejalos que vivan!
Si mis ojos hubieran estado en su lugar, la bruja hubiera adivinado el temor que me daba pensar en que algunos de mis personajes vivieran fuera de mí. Incluso ella, que sólo existía para curarme de ese mal.
- No.- dije terminante - Sólo los pondré en orden. Maruca: tomá tu escoba y volvé al cuento.
La bruja me miró con rabia pero obedeció. En ese momento los personajes que estaban pulsando en mi interior comprendieron quien mandaba. Uno a uno se fueron acomodando en el lugar que les corresponde: el taxista, la jovencita perseguida por un vampiro, el ladrón, la anciana mentirosa, el joven que corría desnudo por la playa, la pareja de enamorados, todos.
La última fue la escritora, no se atrevía a moverse. Desde aquella vez que usé pseudónimo era ella quien se hacía cargo de todo.
- Persis - le dije-, hoy quiero estar sola. No firmes el cuento. Quiero volver a ser yo.
- Está bien, Mónica, como quieras - Me contestó, pero no se fue; quedó a mi lado, en silencio, esperando que le vuelva a pedir algo, otro cuento.
Era el momento de ver si lo que había hecho daba resultado. Tomé el espejo y vi cómo poco a poco volvía a ser Yo otra vez: con las arrugas, con los defectos, con las preocupaciones, con las ilusiones, con el cansancio. Por un momento tuve miedo de perder la fantasía pero en ese momento Persis me hizo un guiño de confianza. Sé que puedo contar con ella cuando la necesite.
Hoy, soy yo quien firma este cuento. Si no es de su agrado, le pediré a Persis que lo corrija.
Mónica
Comentarios
Gracias por tus comentarios en mi blog
Besotes
Ester-Colibrí
De regreso!! Me gustó mucho! Saludos y besos.
Besos.
Mucho gusto Mónica, y mi admiración por tener dentro tuyo esa Persis tan crativa, crítica, sensible.
Un abrazo de Berta, que vuelca sus selatos testimoniales, dolorosos a veces en berturquesa,o se pone una peluca y se permite el humor como lanegradelacortada.
Confiezo que me atrajo la imagen, me gusta el arte y los espejos ejercen una fascinación sobre mí (aunque no me gusta verme en ellos) y luego el cuento... está genial, los personajes que se mezclan dentro nuestro, la necesidad de ese seudónimo para decir, lo que de otra forma quizás no diríamos...
Cada uno de nuestros personajes es una parte nuestra o lo fue alguna vez...
A veces me siento verdaderamente Reina... y otras... debería ponerle otros nombres a mis estados de ánimo...
Muy buen cuento, me sentí muy identificada...
Seguiré por acá...
Un beso
Reina
Si sabés el autor te pido por favor que me lo cuentes.
Gracias
(la imagen es dibujo que encontré en Internet y la modifiqué un poco con fotoshop)
Hola Persis ;)
Me encantó tu blog al que cai siguiendo otros rumbos.
Muy buena narrativa, fácil de leer y muy entretenida, me llegó este cuento real-ficción, te felicito.
Marce.