Tarde, pero seguro

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En esta época muchos de nosotros nos dedicamos a saludarnos y a desearnos felicidades; preparamos algunos regalos y una buena cena para reunir amigos o familiares. Quizás lo global de la época hace que pensemos que todos hacemos lo mismo, pero no es así. No todos lo viven de la misma manera. Cada uno de nosotros tiene una idea diferente de lo que es fiesta, festejo o regalo.
Aquí les dejo mi regalo de Navidad, un poco tarde, pero llega al fin. Una historia que ayuda a reflexionar.
Es un hecho real a que le he cambiado algunos detalles para que no se preservar la identidad del protagonista. De todos modos, cualquiera puede sentirse identificado.

CUENTO NAVIDEÑO

El despertador se había metido ofensivamente en sus sueños justamente cuando hubiera deseado dormir eternamente. Ese día no quería tomar contacto con la realidad.
- 24... ¡Ja! -ironizó en voz alta- No tengo nada que festejar.- y se sentó en la cama como pudo.
24 de diciembre, muchos habían comenzado ya con los preparativos pero él tenía que trabajar porque su pensión no le alcanzaba. Además, ¿qué podría hacer solo en su casa? Hasta su viejo gato lo había abandonado. Así que, tomó su bastón y salió a la calle como todos los días.
-¿Por qué hoy debería ser distinto? - pensó. Sin embargo, su corazón necesitaba una buena razón para tener ilusiones: era Nochebuena.
-¿Festejar qué? - repetía- Papá Noel no existe.
Con pasos dificultosos siguió su camino. Sin pensarlo, se detuvo un instante frente a un Pesebre de jardín y lo miró con recelo - Y vos... -le dijo con resentimiento al Divino Niño- ¡a que no me hacés bailar!
Desde aquel accidente en la fábrica la vida le había cambiado, o su modo de vivirla. Augusto ya no era el hombre alegre que había sido; su renguera lo había convertido en un hombre oscuro y rezongón, depresivo y cruel. Odiaba todo, especialmente a su bastón.
-¡Dale,che, pará! -le gritó al colectivo mientras blandía el bastón amenazante. -¡Puta suerte!
El vehículo venía con bastantes pasajeros pero eso no le afectaba. Si había aprendido algo con su discapacidad, además de maldecir y lamentarse, había sido reclamar - Van a tener que darme el asiento, les guste o no.
Con movimientos torpes, más por el enojo que por sus limitaciones, mostró su credencial que lo eximía de pagar pasaje y se dirigió a primer pasajero decidido a hacerlo levantar.
- Señor, déme el asiento, por favor- le dijo. El joven, que venía cargado de paquetes navideños conversando con su acompañante, lo miró extrañado.
-Señor -insistió en tono descortés-, le estoy pidiendo que me ceda el asiento reservado para discapacitados - agregó mostrando el bastón como fundamento de su pedido.
El joven con una sonrisa sincera casi divertida, corrió los paquetes de su regazo y le mostró la razón por la cual no iba a levantarse: sólo tenía dos pequeños muñones en lugar de sus muslos y una silla de ruedas plegada a un costado.
-Disculpe- dijo Augusto y se acomodó en el segundo asiento sin poder decir una palabra más.
Los que lo conocen dicen que esa noche, para Augusto, fue Noche buena de verdad. La pasó en familia y hasta se animó a bailar un clásico tema de Air Supply con una vieja amiga.

Creo que para desear cosas lindas nunca es tarde.

Deseo un maravilloso 2010 para todos nosotros,
especialmente para mis amigos bloggeros.
Mónica

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