Efecto Viral

Año 2093. El mundo había dado varios giros sobre su propia historia recapitulando una y otra vez viejos esquemas de modo repetitivo. La humanidad no lograba aprender la lección.
Alcanzando ya la primera centuria del tercer milenio, se daba en el mundo cultural una segunda revolución copernicana hiriendo de muerte a la vanidad del hombre: eso que siempre se creía signo de “evolución” era la más triste muestra de retroceso.
Ante la alarma mundial, equipos de científicos se dedicaron a estudiar el fenómeno para descubrir por qué la gente, de apariencia civilizada, de repente comenzaba a manifestarse con actitudes similares a tribus cavernícolas. Trabajaron duramente durante años hasta que descubrieron, en la hipófisis de algunos jóvenes, la formación de un corpúsculo causado por un virus que llegaba al organismo a través de los ojos.
A pesar que el síndrome stupidus múltiples ocupaba un lugar prioritario en la acción de la Organización Mundial de la Salud, era imposible detenerlo. El efecto viral se extendía rápidamente por la superficie de la tierra. El síndrome del stupidus múltiples pronto fue declarado pandemia.
Poco se sabía de la rara enfermedad porque muchos investigadores, antes de terminar con sus experimentos, contraían el mal y dejaban sus estudios para hacer bromas pesadas con otros virus. Sin embargo, se aseguraba que el grupo de riesgo se circunscribía entre jóvenes, y no tan jóvenes, que usaban el cerebro de manera inadecuada, o bien, que lo atormentaban con alcohol, zapping, video- juegos, tóxicos y malos pensamientos.
Al principio se creyó que se podría vencer. No obstante, la catástrofe ocurrió cuando alcanzó a la clase de política y a algunos medios de comunicación: nadie lo creyó importante y lo dejaron circular. Sólo quedaron algunas imágenes de lo que ocurrió después.
Cuidado cuando lo mires, puede ser contagioso.