El y Ella (IV)

 

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3er PISO

Esa noche el departamento parecía más grande que nunca, con un vacío insoportable que le decía que ella ya no estaba. Hasta el reloj de la mesita se había ensañado contra él mostrándole cómo pasaba el tiempo inútilmente. Tanta soledad lo ahogaba. Desesperado abrió la ventana para que un poco de aire, aunque sea húmedo, le refresque el alma. Sin embargo, sólo consiguió aumentar su tormento.

Desde el piso de arriba llegaban los sonidos armónicos del amor que lo transportaron en el tiempo.Las imágenes de una felicidad perdida se le pegaron a ojos, su piel temblaba por volver a sentir el calor de sus labios, pero ella...

Poco a poco esa sinfonía de placer lo fueron envolviendo hasta tocarle el alma y no pudo separar los buenos de los malos recuerdos que se enmarañaban en imágenes subrrealistas. Sí, realmente habían sido felices hasta que ella...

Ya no era importante recordar. Sólo conseguiría aumentar su angustia ya que no había lugar para el perdón.

Los amantes nocturnos, con rutina impertinente, se metían hasta el rincón más escondido de la habitación llevándole al hombre solitario la agonía de recordar lo que tuvo y había perdido. 

¿Lo había perdido de verdad? No quiso meditarlo mucho más, "ya basta", se dijo, "quizás había exagerado un poco".

Las voces de la pasión in crescendo anunciaban el clímax inminente, mientras que en el 3° piso él sólo podía desear no haber peleado nunca, deseaba estar con ella. "Después de todo, no había sido tan grave".

El silencio llegó al fin. El aire estaba cada vez más irrespirable. La lluvia no traía alivio. A lo lejos cada luz señalaba un mundo distinto, quizás feliz. "¿Qué estará haciendo ella?"

Casi sin pensar tomó el teléfono y marcó.

Ella- Hola... ¿cómo estás?

Él- ¿Qué estás haciendo?-dijo tratando de disimular su turbación.

Ella- Estaba esperando tu llamado.